En la primera entrega del artículo comenté que a través de una investigación estudié las estrategias de supervivencia desarrolladas por una población vulnerable frente a la pérdida de la capacidad de compra, principalmente de los alimentos, y las consecuentes modificaciones en la alimentación de la misma, respecto de la cantidad disponible de alimentos, formas de abastecimiento, preparación y consumo.
El objetivo fue determinar las estrategias de supervivencia de los hogares vulnerables cuyos niños menores de 2 años asisten a los controles efectuados en el centro de salud Nº 2 de la ciudad de Mar del Plata y cómo afectan a la alimentación.
El análisis de los resultados del estudio permite afirmar que si bien más del 50% de los hogares percibe ingresos suficientes, -proporción que asciende al 67% si se tiene en cuenta el valor publicado por el INDEC- el perfil general de los hogares encuestados es el de vulnerabilidad, caracterizada principalmente por un alto índice de precariedad e inestabilidad laboral y falta de acceso a la cobertura de salud.
Al contrastar los datos obtenidos del cálculo de CBA y CBT específicas para cada hogar frente con los valores publicados por el INDEC, se observó que éstos últimos sobreestiman la proporción de hogares con ingresos suficientes y subestiman la prevalencia de pobreza e indigencia en la población.
La condición de indigencia parece asociarse con niveles de desempleo y subempleo, mientras que la pobreza se relaciona en mayor medida con el empleo durante las horas reglamentarias. Es necesario considerar que debido a la baja calidad de los empleos, si los jefes de hogar no trabajaran mayor cantidad de horas que las establecidas, prácticamente la totalidad de los hogares con ingresos suficientes se encontraría por debajo de la línea de la pobreza y en el 50% y 40% de aquellos hogares que actualmente se hallan en condiciones de pobreza e indigencia la situación se agravaría aún más.
Dentro de las actividades relacionadas con la generación y diversificación de fuentes de recursos, el trabajo se presentó como la principal fuente de ingreso. Sin embargo, mientras que parte de la población se encontró sobre empleada, y en ciertos casos, más de un miembro del hogar se hallaba trabajando; las limitaciones que se presentaron en algunos hogares para acceder a este nivel de empleo, obligaron a recurrir a otras fuentes de recursos. Así, a menor nivel de ingreso, se observó que la combinación y utilización de varias fuentes fue utilizada como estrategia orientada a superar situaciones adversas.
Las huertas familiares y el desarrollo de actividades como la caza y la pesca prácticamente no se presentaron como fuentes de ingreso alimentario en la población estudiada, probablemente a causa de la falta de información, -por ejemplo, de la existencia del programa “Prohuerta”- de herramientas y espacio físico en las viviendas.
La cobertura de los planes de asistencia económica en la población estudiada es ineficiente, ya que no cumple con las condiciones de sensibilidad y especificidad necesarias. En primer lugar, porque el 35% y el 26,7% de los hogares en condiciones de pobreza e indigencia no acceden a ningún plan, y en segundo porque el 66% de los hogares con ingresos suficientes recibe un plan, aún cuando no lo necesita.
En relación al gasto familiar destinado a alimentos, la proporción varía conforme a los recursos: la población más vulnerable asigna a los alimentos más del 50% de los ingresos, mientras que en los hogares con menor grado de vulnerabilidad, dicha proporción disminuye a alrededor de la mitad.
En cuanto a las redes sociales y los sistemas de solidaridad se puede concluir que éstas desempeñan un rol importante para satisfacer las necesidades alimentarias de los hogares más vulnerables.
Como principal estrategia orientada a mejorar la eficacia de los recursos, la reducción de la compra de los alimentos afecta a la cantidad disponible para el consumo, y por lo tanto al número de comidas diarias realizadas en el hogar. Sin embargo, dicha reducción no repercute en los niños, quienes se ven priorizados en la distribución intrafamiliar de los alimentos. Esto sugiere que en tales hogares, los adultos son los miembros más propensos a sufrir las consecuencias nutricionales de esta situación.
Respecto a las modificaciones en el consumo de determinados cortes de carne y verduras, se observó que estas últimas presentan mayor elasticidad de demanda, ya que frente al aumento de precios, la proporción de hogares que manifestó dejarlas de consumir fue mucho mayor. Esto refleja una mayor vulnerabilidad a su consumo, principalmente si se tiene en cuenta que, a diferencia de los cortes de carne, no se realiza control de precios de estos productos. En relación a los reemplazos de cortes de carne realizados, se observa una tendencia positiva, hacia un aumento en el consumo de aquellos de mayor calidad y por lo tanto, menor desperdicio.
El aumento de precios influye sobre la capacidad de los hogares vulnerables para acceder a los alimentos, y a pesar de las estrategias que éstos desempeñen, finalmente tiende a generar modificaciones en el consumo de los mismos, acentuando la falta de diversidad y la baja calidad de la alimentación, ya que la establecida como
“correcta” bajo criterios nutricionales, es cada día más inaccesible a esta población.
En términos generales, se consume mayor cantidad de alimentos de menor precio o que se reciben en los planes de asistencia alimentaria, mientras que otros no sufren variaciones, sea porque nunca fueron accesibles o de la preferencia de la población, como legumbres y vísceras; o porque se utilizan ocasionalmente, como la crema de leche. Una estrategia positiva observada es el descenso del consumo de productos de pastelería - 42% - , dulces - 59 %- y snacks - 30% - y la interrupción del mismo en el caso de las bebidas alcohólicas - 50% - y productos de pastelería - 30% -.
En cuanto a las formas de preparación de los alimentos, mientras que el 95% de la población cuenta con agua corriente o de red pública en la vivienda, el acceso al gas representa una importante limitación. Cerca de la mitad de los hogares utiliza gas envasado y, dado que la garrafa es muy costosa, las preparaciones utilizadas generalmente dependen del uso de hornallas y no demandan largos tiempos de cocción, como guisos y pastas.
Estudios realizados acerca del comportamiento de los hogares sostienen que, si bien en un principio las familias pobres eran numerosas, ya que los niños generaban ingresos mejorando la calidad de vida de la familia; durante la convertibilidad, al modificarse la dirección del flujo de ingresos, el tamaño del hogar comenzó a reducirse. A diferencia de lo que sostienen estos trabajos, las modificaciones en la composición de los hogares estudiados se efectuaron en un único sentido: incorporando personas. Sin embargo, este incremento no consiste en formar familias con más niños, con la intención de lograr el sustento de los padres en la vejez o generar más ingresos; sino en sumar familiares a fin de dividir entre más miembros los gastos del hogar y brindar alojamiento a los integrantes que establecen sus propias familias y no pueden hacer frente a los costos de un alquiler.
El objetivo fue determinar las estrategias de supervivencia de los hogares vulnerables cuyos niños menores de 2 años asisten a los controles efectuados en el centro de salud Nº 2 de la ciudad de Mar del Plata y cómo afectan a la alimentación.
El análisis de los resultados del estudio permite afirmar que si bien más del 50% de los hogares percibe ingresos suficientes, -proporción que asciende al 67% si se tiene en cuenta el valor publicado por el INDEC- el perfil general de los hogares encuestados es el de vulnerabilidad, caracterizada principalmente por un alto índice de precariedad e inestabilidad laboral y falta de acceso a la cobertura de salud.
Al contrastar los datos obtenidos del cálculo de CBA y CBT específicas para cada hogar frente con los valores publicados por el INDEC, se observó que éstos últimos sobreestiman la proporción de hogares con ingresos suficientes y subestiman la prevalencia de pobreza e indigencia en la población.
La condición de indigencia parece asociarse con niveles de desempleo y subempleo, mientras que la pobreza se relaciona en mayor medida con el empleo durante las horas reglamentarias. Es necesario considerar que debido a la baja calidad de los empleos, si los jefes de hogar no trabajaran mayor cantidad de horas que las establecidas, prácticamente la totalidad de los hogares con ingresos suficientes se encontraría por debajo de la línea de la pobreza y en el 50% y 40% de aquellos hogares que actualmente se hallan en condiciones de pobreza e indigencia la situación se agravaría aún más.
Dentro de las actividades relacionadas con la generación y diversificación de fuentes de recursos, el trabajo se presentó como la principal fuente de ingreso. Sin embargo, mientras que parte de la población se encontró sobre empleada, y en ciertos casos, más de un miembro del hogar se hallaba trabajando; las limitaciones que se presentaron en algunos hogares para acceder a este nivel de empleo, obligaron a recurrir a otras fuentes de recursos. Así, a menor nivel de ingreso, se observó que la combinación y utilización de varias fuentes fue utilizada como estrategia orientada a superar situaciones adversas.
Las huertas familiares y el desarrollo de actividades como la caza y la pesca prácticamente no se presentaron como fuentes de ingreso alimentario en la población estudiada, probablemente a causa de la falta de información, -por ejemplo, de la existencia del programa “Prohuerta”- de herramientas y espacio físico en las viviendas.
La cobertura de los planes de asistencia económica en la población estudiada es ineficiente, ya que no cumple con las condiciones de sensibilidad y especificidad necesarias. En primer lugar, porque el 35% y el 26,7% de los hogares en condiciones de pobreza e indigencia no acceden a ningún plan, y en segundo porque el 66% de los hogares con ingresos suficientes recibe un plan, aún cuando no lo necesita.
En relación al gasto familiar destinado a alimentos, la proporción varía conforme a los recursos: la población más vulnerable asigna a los alimentos más del 50% de los ingresos, mientras que en los hogares con menor grado de vulnerabilidad, dicha proporción disminuye a alrededor de la mitad.
En cuanto a las redes sociales y los sistemas de solidaridad se puede concluir que éstas desempeñan un rol importante para satisfacer las necesidades alimentarias de los hogares más vulnerables.
Como principal estrategia orientada a mejorar la eficacia de los recursos, la reducción de la compra de los alimentos afecta a la cantidad disponible para el consumo, y por lo tanto al número de comidas diarias realizadas en el hogar. Sin embargo, dicha reducción no repercute en los niños, quienes se ven priorizados en la distribución intrafamiliar de los alimentos. Esto sugiere que en tales hogares, los adultos son los miembros más propensos a sufrir las consecuencias nutricionales de esta situación.
Respecto a las modificaciones en el consumo de determinados cortes de carne y verduras, se observó que estas últimas presentan mayor elasticidad de demanda, ya que frente al aumento de precios, la proporción de hogares que manifestó dejarlas de consumir fue mucho mayor. Esto refleja una mayor vulnerabilidad a su consumo, principalmente si se tiene en cuenta que, a diferencia de los cortes de carne, no se realiza control de precios de estos productos. En relación a los reemplazos de cortes de carne realizados, se observa una tendencia positiva, hacia un aumento en el consumo de aquellos de mayor calidad y por lo tanto, menor desperdicio.
El aumento de precios influye sobre la capacidad de los hogares vulnerables para acceder a los alimentos, y a pesar de las estrategias que éstos desempeñen, finalmente tiende a generar modificaciones en el consumo de los mismos, acentuando la falta de diversidad y la baja calidad de la alimentación, ya que la establecida como
“correcta” bajo criterios nutricionales, es cada día más inaccesible a esta población.
En términos generales, se consume mayor cantidad de alimentos de menor precio o que se reciben en los planes de asistencia alimentaria, mientras que otros no sufren variaciones, sea porque nunca fueron accesibles o de la preferencia de la población, como legumbres y vísceras; o porque se utilizan ocasionalmente, como la crema de leche. Una estrategia positiva observada es el descenso del consumo de productos de pastelería - 42% - , dulces - 59 %- y snacks - 30% - y la interrupción del mismo en el caso de las bebidas alcohólicas - 50% - y productos de pastelería - 30% -.
En cuanto a las formas de preparación de los alimentos, mientras que el 95% de la población cuenta con agua corriente o de red pública en la vivienda, el acceso al gas representa una importante limitación. Cerca de la mitad de los hogares utiliza gas envasado y, dado que la garrafa es muy costosa, las preparaciones utilizadas generalmente dependen del uso de hornallas y no demandan largos tiempos de cocción, como guisos y pastas.
Estudios realizados acerca del comportamiento de los hogares sostienen que, si bien en un principio las familias pobres eran numerosas, ya que los niños generaban ingresos mejorando la calidad de vida de la familia; durante la convertibilidad, al modificarse la dirección del flujo de ingresos, el tamaño del hogar comenzó a reducirse. A diferencia de lo que sostienen estos trabajos, las modificaciones en la composición de los hogares estudiados se efectuaron en un único sentido: incorporando personas. Sin embargo, este incremento no consiste en formar familias con más niños, con la intención de lograr el sustento de los padres en la vejez o generar más ingresos; sino en sumar familiares a fin de dividir entre más miembros los gastos del hogar y brindar alojamiento a los integrantes que establecen sus propias familias y no pueden hacer frente a los costos de un alquiler.
2 comentarios:
Muy interesante el articulo, me recordo parte de como comenzamos hace unos años, y continuamos en la actualidad con la llegada de la primer nieta, si me llama la atencion que no se haga mas incapie en uno de los temas mas promocionados a traves de la fundacion 5 al dia, que entre otras cosas propone la variedad de colores en la alimentacion.
Que se diga que esto puede resultar antieconomico, no es asi ya que por ejemplo parte de la comunidad wichi en Villa Angela - chaco esta trabajando en este tema dentro del programa Mejor Alimentacion = Mejor Vida,
Parte de este trabajo en diversidad, de productos y colores es lo que estamos llevando adelante
habiendo comenzado como un hobby.
Desde el Sur donde no solo hace frio sino tambien es desertico
Daniel Fernandez
www.hechoencomodoro.ar.gs
Ps: Pueden observar algunas de las cosas que les comentaba en nuestra pagina web
DANIEL: En principio quería agradecer tu mensaje, y comentarte que este trabajo no apuntó a recomendaciones nutricionales, sino a estudiar cómo se desempeñan las personas frente a la crisis de precios de los alimentos, sean estos procedimientos positivos o negativos. Las recomendaciones quedan como propuestas para revertir la situación existente. Las frutas y verduras son, para la población bajo estudio, bastante inalcanzables ya que sólo las adquieren en comercios. A nivel local han francasado los intentos de promover la utilización del programa -prohuerta, el cual permitiría variar y mejorar la calidad de la alimentación a muy bajo costo- a causa de la falta de información, espacio, tiempo e interes. Muy ineresante tu sitio web.
Lic. María Belen Ferrari
Publicar un comentario