29 julio 2009

Prevención de cervicalgia en violinistas. Segunda parte

En el artículo anterior habíamos dicho que la práctica musical se relaciona con diversos dolores y patologías médicas que dependen del instrumento musical que se practique, en el caso del violín, el violinista realiza un gesto motor habitual y repetitivo.
En esta nota abordaré el tema de la cervicalgia desde la prevención primaria en los estudiantes de violín y primaria y secundaria en los profesionales y propondré ejercicios y recomendaciones de estudio para la práctica diaria.
En la prevención, lo más importante es la educación en el mantenimiento de posturas óptimas y en el uso de patrones de movimiento correctos.
Con objetivo de trabajar en estas dos cuestiones, es que hablamos de ejercicios correctores. Globalmente, lo que se busca es la auto-observación para hacer consciente todo lo que sucede en el cuerpo a nivel físico primero, pero también a nivel emocional e intelectual. Conocer en qué condiciones está nuestro cuerpo cuando tocamos el violín es lo más importante y esto se logra mediante la observación y el prestar atención a la postura, no sólo a través de la vista sino también de las sensaciones de equilibrio en cada articulación y de la percepción de cada parte del cuerpo en el espacio.
Iniciar la práctica con ejercicios de calentamiento de miembros superiores, cuello, cabeza y tronco. Controlar la postura, lo que reducirá el trabajo de los pequeños músculos del antebrazo y mano al permitir que trabajen los músculos mayores del hombro y la espalda.
Evitar la excesiva elevación del hombro o rotación del cuello que pueden desencadenar una contracción mantenida de las fibras del músculo, cuando lo normal y fisiológico es que éstas se contraigan alternativamente; afectando su funcionamiento y el de los músculos adyacentes.
Utilizar el “soporte” para reducir la carga del instrumento. Sostén que se dispone entre el violín y el hombro para evitar la elevación de éste al sostenerlo.
Incremento progresivo del tiempo de estudio y ensayo en las semanas que preceden a los conciertos y compensar la intensidad del esfuerzo con una disminución del tiempo de estudio.
Como sabemos, los movimientos repetitivos y posturas mantenidas alteran las características tisulares; es por eso que la propuesta se basa en ejercicios con estas premisas que afecten positivamente los tejidos, como un aumento de la longitud, tonicidad, fuerza, resistencia, elasticidad y esto se logra con una práctica diaria.
A continuación explicaremos tres ejercicios correctivos para las escápulas abducidas:
Para mejorar la acción del trapecio medio e inferior hay que elevar los brazos lateralmente hasta un poco más arriba del nivel del hombro y luego se flexionan los codos y se aplica la punta de los dedos en la nuca, los codos deben estar firmemente echados hacia atrás. Se mantiene esta posición para asegurar una posición adecuada y la contracción completa de los músculos, después se vuelven a llevar los brazos a los costados recorriendo la misma trayectoria y se repite cinco veces el movimiento.
Otro ejercicio consiste en flexionar por completo los codos, se mantiene horizontal todo el brazo y lo arrastran hacia atrás los codos. El trapecio y el deltoides mantienen en alto el brazo y lo arrastran hacia atrás, mientras que la porción inferior del serrato rota la escápula, tendiendo a acortar y aumentar el tono de estos músculos con estiramiento del pectoral.
Otro buen ejercicio consiste en la enérgica aducción de las escápulas y rotación de los brazos hacia afuera. El factor crucial para tener buen resultado con este ejercicio es el vigor con que se realice la aducción porque sólo en la fase final del movimiento lo aductores se contraen lo suficiente como para estirar a los abductores.
Concluyendo, no se debe descuidar la salud física y mental ya que una persona sana y equilibrada soporta mejor los rigores de una carrera musical.


Rubolino Leticia
Lic. en kinesiología
Facultad de Ciencias de la Salud
Universidad FASTA

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