No obstante esto, es poco lo que académica e industrialmente se ha hecho en países occidentales, especialmente en el continente americano, para identificar y promover estos factores beneficiosos que podrían ser el justificativo para un marcado crecimiento de la industrialización de la leche de cabra. Un crecimiento en el interés comercial repercutiría también no sólo en el incremento de la disponibilidad de este alimento, con sus implicancias en la nutrición de la población sino que permitiría un mayor desarrollo en las técnicas de crianza, ordeñe e industrialización de la leche de cabra.
El consumo de leches no tradicionales en general, está asociado a economías regionales y a la elaboración artesanal de sus productos derivados siendo su principal destino el autoconsumo. Excluyendo el noroeste argentino, donde su consumo es habitual, en el resto del país no está tan difundido el conocimiento y el acceso a esta.
La leche de cabra tiene elevada cantidad de beneficios como: alimento funcional natural, adecuado para niños alérgicos a la leche de vaca ya que contiene una menor proporción de α-S1 caseína (principal fracción asociada a alergias); en cuanto a su composición lipídica, aporta ácidos grasos de cadena media y corta, facilitando su digestión por parte de organismo, tiene elevada cantidad de ácidos grasos mono y poliinsaturados y una menor cantidad de grasas trans que su similar de origen vacuno, lo que le otorga un efecto hipocolesteremiante.
Es adecuada para el tratamiento de personas constipadas, con úlceras gástricas, elevadas propiedades inmunológicas y provee un mayor aporte de calcio en comparación con la leche vacuna.
Todas estas características y propiedades beneficiosas hacen la leche de cabra un importante complemento para la nutrición y salud humana, sumado esto a su valor general como alimento.
Lic. en Nutrición Josefina Rocha
Universidad FASTA
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