Una de las preocupaciones más comunes de los padres a las que se enfrentan diariamente los pediatras en consultorio es que su niño/a se encuentre con tos, mocos y fiebre. Estos síntomas son comunes y expresan enfermedades infecciosas causadas principalmente por virus y bacterias, en algunos casos fácilmente tratables pero igualmente evitables como resfrío y gripe; y en otros casos, que derivan en infecciones más severas que representan una urgencia mayor como la meningitis, neumonía, tos convulsa, entre otras. Por esto, siempre es importante recordar cuáles son las principales formas de prevención.
Entre las estrategias recomendadas, la prevención comunitaria juega un rol primordial ya que al cuidarse uno mismo, se está cuidando a los demás y viceversa. Las familias deberían prestar especial atención debido a que uno de los principales focos de contagio son los espacios de hacinamiento, como los jardines maternales en donde los chicos pasan tiempo todos los días y comparten muchas actividades. Por esto, se aconseja:
· El lavado de manos con agua y jabón, ya que la mayoría de virus y bacterias se transmiten a través de ellas.
· La limpieza frecuente de los elementos de uso diario (juguetes, lápices, sillas, superficies, la cama en casa, etc.), según la utilización de los mismos.
· Cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar, debido a que las secreciones respiratorias son un importante canal de contagio.
· Evitar el intercambio de saliva a través de chupetes, mamaderas, juguetes u otros utensilios que los niños se lleven a la boca.
· Ventilar los espacios.
· Evitar llevar a los niños con fiebre de reciente inicio aunque se encuentren en buen estado. Hay que tener presente que la mayoría de las infecciones se contagian en el periodo de incubación.
Otro pilar importante en materia de prevención es el uso de vacunas en lactantes. El calendario oficial de vacunación está formado por un esquema que es esencial respetar para que la vacuna sea eficaz, el niño se vacuna al nacer, a los 2m, 4m, 6m, 12m, 18m y 5 años (dentro de éstas vacunas encontramos prevención contra Tuberculosis, Hepatitis B y A, Difteria, Tos convulsa, Tétanos, Haemophylus Influenzae, Poliomielitis, Neumococo, Sarampión, Rubéola, Parotiditis). El esquema continúa y tiene distintos matices según el paciente.
A su vez, es necesario que los padres tengan conocimiento de que existen vacunas no pertenecientes al calendario pero que tienen el derecho de colocárselas a sus hijos, como por ejemplo la vacuna contra la diarrea por Rotavirus que se coloca a partir de los 2 meses de edad, vacuna contra la meningitis que protege contra cuatro serotipos de Meningococo (A, C, W135 e Y) y se puede colocar desde los 9 meses de edad (2 dosis) y la vacuna contra la varicela al año de edad (2 dosis). También se puede proteger al menor de 18 meses contra la tos convulsa vacunando a todos los adultos convivientes (llamada “estrategia capullo”) dado que son los que transmiten la bacteria al bebé.
La prevención de infecciones en los bebés y niños no sólo va de la mano de la responsabilidad de los padres si no de toda una sociedad que debe estar debidamente informada, educada y comprometida en mantener normas básicas de prevención: vacunas, higiene, limpieza y niños enfermos en casa.
(*): Asesoró: Dra. Claudia Dominguez Herrera, Infectóloga Pediatra, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica. P.M. (Mendoza) N° 7242.
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