Este cambio de paradigma en cuanto al nuevo rol de la mujer retrasa el momento para la maternidad y cada vez son más las mujeres que deben acudir a tratamientos de fertilidad asistida. Los motivos varían de acuerdo al caso, sin dudas el reloj biológico es uno de ellos. Es sabido que la fertilidad femenina comienza a declinar con el paso de los años, mientras que a los 30 años una mujer saludable tiene cerca del 20% de posibilidades de lograr un embarazo de manera natural, a los 40 el porcentaje se reduce al 5%. Pero también existen motivos ajenos a lo físico, que no tienen que ver con la edad.
Entre las cuestiones ajenas a las físicas, hay componentes emocionales que pueden afectar la fertilidad: el stress y la carga emocional por ejemplo influyen al momento de buscar un embarazo. Si bien existen diversos productores de stress, todos generan la misma respuesta: el stress biológico, que produce neurotransmisores que llevan el mensaje desde el sistema nervioso hacia los sistemas inmune y hormonal, que luego lo transmiten a todos los órganos del cuerpo. Esto explicaría varias de las causas frecuentes de los problemas para concebir. De hecho, actualmente la psico-neuro-endocrino inmunología describe los mecanismos moleculares por los cuales el stress aumenta la secreción de cortisol, adrenalina y citokinas que no sólo inducen un síndrome metabólico llevando a un síndrome de ovario poliquístico, sino que también tiene efectos directos sobre la regulación de secreción de hormonas sexuales y eventualmente en la producción de testosterona, estrógenos, etc.
El manejo de la carga emocional previo a la búsqueda del embarazo es tan importante como lo es durante la realización de los tratamientos. Sin dudas, el proceso por el que deben transitar las pacientes genera un gran stress. Esto se debe, entre otras cosas, a que la pareja se ubica frente a situaciones desconocidas, donde pierde la intimidad, deja de ser una relación entre dos personas que se conocen y se suma un tercero, y a veces un cuarto y quinto jugador, que son los profesionales médicos. Todo esto hace que los pacientes con problemas de fertilidad experimentan altos niveles de distrés (stress negativo o estrés que ocasiona un exceso de esfuerzo en relación a la carga), que podrían compararse con el que transitan los pacientes oncológicos o cardíacos.
Es tal el impacto emocional que transitan las parejas durante la búsqueda de un embarazo que este es considerado como la primera causa de abandono en tratamientos de fertilidad. Hasta un 40% abandona el tratamiento a pesar de tener cobertura médica que les permita seguir intentando[1]. Esto se debe, por un lado, al cambio en la rutina de las parejas, que lleva a una pérdida de intimidad, control y manejo sobre sus propias vidas, y por el otro debido a la cantidad de inyecciones que deben aplicarse las mujeres y la larga duración del tratamiento, sumado a la incertidumbre y expectativa que se depositan en cada tratamiento. Según investigaciones realizadas la gran cantidad de inyecciones que se aplican las mujeres genera un stress que al 23% le resulta difícil de manejar[2].
En 2009 se realizó una investigación, conocida como estudio SKIM, donde participaron 150 pacientes provenientes de 8 países con el objetivo de identificar los principales aspectos del tratamiento de fertilización in vitro que contribuyen a la carga emocional en los pacientes. Más de la mitad expresó preocupación respecto a la administración de inyecciones. Asimismo, el 45% de los pacientes reportó algún tipo de error en la administración de las inyecciones, lo que también les generaba stress. Tal es así que el 29% de estos no comunicaron a sus médicos dichos errores por temor a la reprobación del profesional o a haber comprometido sus resultados por esta equivocación o por el olvido de aplicar la medicación. Cuando se les consultó respecto de sus principales temores, el 21% coincidió sobre si se habían aplicado correctamente las inyecciones, el 10% si habían usado la dosis correcta, el 6% se refirió al resultado del tratamiento, un 5% manifestó su temor respecto del lugar inadecuado de administración de la inyección y un 5% al manejo de la jeringa.
Frente a esta situación, los profesionales deben contemplar tratamientos que disminuyan el stress. Recientemente se ha logrado, gracias a la ingeniería genética, una nueva molécula recombinante que prolonga la duración del efecto, con lo que en lugar de aplicarse una inyección cada día se aplica una sola que dura 7 días y cumple su efecto sin necesidad de administrarse otra inyección en ese tiempo.
Además, es importante contemplar el cuidado del paciente desde una visión más integradora, que contemple no sólo cuestiones físicas, sino también lo emocional. Del estudio antes mencionado también se desprende que gran parte de las personas bajo tratamiento sienten que sus vidas han cambiando, de hecho el 31% manifestó que la realización del tratamiento afectó directamente su vida diaria. Un 11% de las pacientes calificó como muy estresante tener que darse inyecciones fuera de su casa o cuando trabajan, un 8% consideró muy estresante darse inyecciones o refieren miedo a las agujas y un 5% manifestó que les cuesta involucrar a otras personas que la ayuden a aplicarse las inyecciones por razones de intimidad.
No caben dudas que los avances en materia de tratamientos y drogas podrían contribuir positivamente a la reducción del stress que viven las parejas, especialmente las mujeres, que son quienes deben aplicarse las inyecciones. En este sentido, el 40% de los pacientes cree que la reducción del stress impactaría positivamente en los resultados de su tratamiento.
Asesoraron: Dr. Fabio Sobral, Director Médico de PREGNA Medicina Reproductiva y Dra. Laura Nasi, co-fundadora del Programa Stress "Fertilmente" de PREGNA.
[1]: Olivius et al 2004, Domar A et al 2004
[2]: Højgaard et al. Hum Reprod. 2001; 16:1391
1 comentario:
Muy interesante el artículo y el blog! Os visitaré a menudo!
Un saludo
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