29 septiembre 2008

Sobre sapos y el ser personas

La siguiente nota fue escrita por el doctor Eduardo Paoletti en réplica al contenido del artículo que con el título "Desde los tiempos del test del sapo" se publicó en la edición del pasado lunes 15 en el diario La Capital http://nuestrahistoria.servicioslacapital.com.ar/2008/09/desde-los-tiempos-del-test-del-sapo.html. En esa publicación la profesora y licenciada en Historia Agustina Cepeda se expresó a favor de la despenalización del aborto-

Los sapos me hicieron recordar mi juventud, era técnico de laboratorio en el Hospital Pirovano de Buenos Aires, desde 1956 a 1960. Pobres sapos a cuantos…cientos inyecté. No creo que hoy volvamos a usarlos, es incómodo, requiere un bioterio, hacemos sufrir a los animales, es sucio y poco exacto. El problema del aborto se discute desde hace milenios, al no haber cesado aún la discusión, corresponde plantearse si no se ha planteado mal la misma.¿Por dónde comenzar? ¿Por la madre? ¿O por el hijo? ¿Cual es el más débil? ¿Cuál el más perjudicado? Si empezamos por la madre, y siguiendo el llamado principio de autonomía, alguien nos dirá que la madre tiene derechos sobre su cuerpo. Evidentemente, hay razones en esto, pero, ¿es realmente así? Eso justificaría el suicidio, la automutilación, no son éticos. Una señora Jane English opina que si la mujer pretende ejercer su derecho de mantener su “status” o su salud, tiene el derecho de matar a su hijo justificado por un principio de autodefensa, evidentemente esta señora ve como muy peligrosos a los hijos. Bueno uno a veces lee el diario y se asusta…¿Pero es el hijo parte del cuerpo de la madre? Después veremos. Un señor Don Marquis habla de la teoría general de la ilicitud moral de matar, para él la incorrección de matar, no es sólo porque matar embrutece al asesino o que el crimen tiene efectos negativos sobre los familiares de las víctimas, sino porque matar es moralmente incorrecto pues despoja a la víctima de un “futuro valioso”. No le importa a él si el feto es “persona” o no. Y aquí aparece la palabra que complica todo PERSONA. Persona, palabreja que viene del griego y de este el latín persona que era el nombre de la máscara de los actores en el teatro griego. En Derecho todo ente capaz de adquirir derechos, el ser humano, sería el prototipo de esta definición. Pero el ser humano, se objeta, no lo es siempre, habría un momento donde el individuo se transformaría mágicamente en persona y antes sería un montoncito de células, veamos. El ser humano se reproduce por la unión de dos células, el espermatozoide y el óvulo, que poseen solo la mitad del número de cromosomas característico de la especie humana cuando el óvulo desprendido en la ovulación, está a mitad de camino en la trompa de Falopio, puede recibir la visita de muchos espermatozoides y solo uno de ellos lo penetrará. Allí y en ese momento el espermatozoide pierde su cola y se conforma una nueva célula que tiene la cantidad completa de cromosomas y en su interior un nuevo genoma, distinto al del padre y la madre, o sea es un nuevo ser humano, único y por combinatoria, prácticamente irreproducible. Ese genoma tiene toda la información que va a usar ese nuevo ser hasta el día de su muerte natural. La diferenciación entre esta célula, que llamamos embrión, y el hombre que va ser luego es un fenómeno coordinado guiado por su nuevo genoma, que lo va diferenciando para ser el niño definitiva a nacer, la continuidad de este proceso iniciado en la singamia (unión de óvulo y espermatozoide) va siguiendo los pasos derivados de una organización que completa al nuevo ser. La característica de este proceso, es la gradualidad, que va haciendo del embrión, sin saltos ni chicanas el nuevo ser humano que es desde su concepción hasta su muerte. En el momento de la concepción el nuevo ser emite los mensajes a la madre, para la preparación de la mucosa uterina para su implante, impide las nuevas ovulaciones, lo que hacen del embrión un ser independiente, cuando se implanta en el útero, posee una circulación sanguínea independiente de la madre, ya no es la madre, su genoma es distinto, al de ella y al del padre, tienen elementos comunes por herencia pero es un ser fundamentalmente distinto. Es otra persona y desde su concepción puede y tiene derechos como tal. Pero principalmente y como se lo reconoce la Convención de San José de Costa Rica, introducida en nuestra Constitución Nacional, tiene derecho a la vida y derecho al cuidado desde el momento de su concepción. En consecuencia, desde el punto de vista ético, quien hace un aborto comete homicidio agravado por la indefensión de la víctima, quién no tiene siquiera el poder de gritar y llorar por su vida. Los derechos humanos defiende a la mujer y sus derechos, correcto nadie los niega, pero el embrión o el feto también los tiene y no puede hacerse oír. Es la ley del más fuerte proponer el aborto el que pierde es el más débil. Pero no todo es tan simple, hay moralistas y aún científicos que opinan que el embrión “comienza” o cuando se implanta, se une al útero, o cuando desarrolla su sistema neurológico ostensiblemente. Eso se debe a que las leyes de casi todos los países civilizados han impuesto límites a la industria para la experimentación con embriones esta industria sería, por ejemplo en el área médica de cifras tan siderales que hoy sería difícil calcular o preveer. Las personas mayores se acordarán de unas cremas que se anunciaban en las revistas, que prometían mejorar el busto a las que no estaban conformes con el suyo. Todo se acabó cuando en Francia se descubrió, que no eran de placentas humanas como se anunciaba, sino de fetos provenientes de abortos. Esto hace entender que el “Lobby” del embrión es muy complicado para defenderse y hay fuertes enemigos con mucho dinero en contra. Asimismo hay países como el nuestro donde hay políticos interesados en políticas anti natalistas, donde se reparten anticonceptivos y se lucha por imponer el aborto. Países como los de la UE, ya viven las consecuencias, en Italia pagan por que las mujeres de menos de 25 años queden embarazadas. Si los países no tienen hijos, la población envejece, menos mano de obra y menos gente aporta fondos sociales para una masa creciente de jubilados, quebrando el sistema social de jubilaciones. En la Argentina un país despoblado es una política errónea frenar los nacimientos y más que eso sería conveniente ayudar a las familias y a las mujeres embarazadas, dándoles seguridad y apoyos de todo tipo.


Dr. Eduardo Paoletti

Docente de la cátedra Bioética

Decano Emérito


Universidad FASTA

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