Segunda Parte
En la primera parte de la nota vimos los antecedentes del problema. En esta segunda entrega abordaremos las causas del VIH/SIDA.
En la primera parte de la nota vimos los antecedentes del problema. En esta segunda entrega abordaremos las causas del VIH/SIDA.
Durante los primeros diez años de la epidemia del SIDA se comenzó a elaborar una política sanitaria en virtud de la cual se colocaba la libertad del individuo por encima de la responsabilidad ante terceros. Ello significó que los conocimientos en epidemiología, gracias a los cuales la mayor parte de las epidemias han podido ser erradicadas o controladas (poliomielitis, sarampión, viruela, lepra) no han sido aplicados en el caso de la pandemia del SIDA. Además las leyes que regulan los problemas causados por epidemias muchas veces fueron ignoradas.
Dicha política fue propiciada por los propios donantes del Primer Programa Mundial del SIDA quienes exigieron que se mantuviera a nivel mundial el concepto de la confidencialidad asociada al secreto. Debido a ello el profesional tratante necesita el consentimiento previo del paciente para determinar las medidas de diagnóstico adecuadas. Si dicho paciente positivo al VIH se niega a que se advierta a sus contactos, el médico no puede comunicarlo a terceros en peligro de contagio, como sería su cónyuge u hijos.
En apoyo de esta exigencia, a mediados de los años 80 el Dr. Jonathan Mann, Director del Primer Programa Mundial del SIDA de la OMS dijo que: como el SIDA es una enfermedad incurable no se puede exigir al paciente que comunique su estado infeccioso; permitirle guardar secreto es la mejor manera de evitar el estigma y la discriminación. Se da así la paradoja de permitir discriminar para evitar ser discriminado. La razón por la que no se puede permitir guardar secreto se debe a que el VIH/SIDA es una enfermedad infecto-contagiosa de transmisión sexual; el que sea una enfermedad incurable no justifica el secreto.
Debido a todas estas incongruencias se ha ido avanzando hacia estrategias totalmente contradictorias como el secreto y la voluntariedad del test de detección del VIH. Todo ello en base a manipulaciones de la información y renunciando a los principios relativos a las enfermedades infecciosas venéreas. Actualmente se desaconseja hablar de comportamientos de riesgo para evitar discriminar a los homosexuales, o personas que ejercen la prostitución, cuyas prácticas sexuales son las de mayor riesgo para el VIH/SIDA. En su reemplazo se aconseja hablar de comportamientos protegidos o no, que ocultan el verdadero problema que es la falta de confiabilidad del condón.
Todas esas contradicciones fueron reafirmándose por la introducción a nivel de la OMS en el año 1992 de un nuevo paradigma de salud de orientación neo-liberal. Se implementa un sistema selectivo de salud en el cual no todas la enfermedades serán prevenidas ni tratadas; se distingue según sean prioritarias o no. En este punto podemos presentar un ejemplo significativo: Tuberculosis enfermedad prioritaria y una infección por el VIH/SIDA, enfermedad no-prioritaria. Si un paciente que sufre de Tuberculosis multiresistente se niega al tratamiento directamente supervisado puede ser confinado en un hospital o incluso encarcelado; todo ello se justifica como medidas de salud pública. En cambio el paciente infectado por el VIH tiene el derecho de guardar secreto llevando a sus contactos sexuales y/o familiares a infectarse de una enfermedad incurable. De acuerdo a los objetivos del nuevo paradigma el médico debe elegir los pacientes de acuerdo a su utilidad y tratarlos en base al criterio costo-beneficio; las enfermedades incurables o crónicas muy costosas pueden no ser atendidas, caso del VIH/SIDA en los países de bajos ingresos.
Los derechos humanos ya no son los derechos de todas las personas, la salud pública ya no previene ni trata todas las enfermedades y se reemplaza el principio de justicia por una equidad que no reconoce la igualdad de todos los seres humanos. Ello ha traído como consecuencias la reinterpretación de todas las legislaciones que protegen la salud y la vida de todas las personas.
Entre las propuestas de las políticas oficiales sobre el VIH/SIDA figuran la modificación de los mecanismos legales de derechos humanos y la reforma de las leyes de salud pública, penales y correccionales. El principio de los tres unos: Un solo marco nacional, una sola autoridad y único sistema de monitoreo.
Dicha política fue propiciada por los propios donantes del Primer Programa Mundial del SIDA quienes exigieron que se mantuviera a nivel mundial el concepto de la confidencialidad asociada al secreto. Debido a ello el profesional tratante necesita el consentimiento previo del paciente para determinar las medidas de diagnóstico adecuadas. Si dicho paciente positivo al VIH se niega a que se advierta a sus contactos, el médico no puede comunicarlo a terceros en peligro de contagio, como sería su cónyuge u hijos.
En apoyo de esta exigencia, a mediados de los años 80 el Dr. Jonathan Mann, Director del Primer Programa Mundial del SIDA de la OMS dijo que: como el SIDA es una enfermedad incurable no se puede exigir al paciente que comunique su estado infeccioso; permitirle guardar secreto es la mejor manera de evitar el estigma y la discriminación. Se da así la paradoja de permitir discriminar para evitar ser discriminado. La razón por la que no se puede permitir guardar secreto se debe a que el VIH/SIDA es una enfermedad infecto-contagiosa de transmisión sexual; el que sea una enfermedad incurable no justifica el secreto.
Debido a todas estas incongruencias se ha ido avanzando hacia estrategias totalmente contradictorias como el secreto y la voluntariedad del test de detección del VIH. Todo ello en base a manipulaciones de la información y renunciando a los principios relativos a las enfermedades infecciosas venéreas. Actualmente se desaconseja hablar de comportamientos de riesgo para evitar discriminar a los homosexuales, o personas que ejercen la prostitución, cuyas prácticas sexuales son las de mayor riesgo para el VIH/SIDA. En su reemplazo se aconseja hablar de comportamientos protegidos o no, que ocultan el verdadero problema que es la falta de confiabilidad del condón.
Todas esas contradicciones fueron reafirmándose por la introducción a nivel de la OMS en el año 1992 de un nuevo paradigma de salud de orientación neo-liberal. Se implementa un sistema selectivo de salud en el cual no todas la enfermedades serán prevenidas ni tratadas; se distingue según sean prioritarias o no. En este punto podemos presentar un ejemplo significativo: Tuberculosis enfermedad prioritaria y una infección por el VIH/SIDA, enfermedad no-prioritaria. Si un paciente que sufre de Tuberculosis multiresistente se niega al tratamiento directamente supervisado puede ser confinado en un hospital o incluso encarcelado; todo ello se justifica como medidas de salud pública. En cambio el paciente infectado por el VIH tiene el derecho de guardar secreto llevando a sus contactos sexuales y/o familiares a infectarse de una enfermedad incurable. De acuerdo a los objetivos del nuevo paradigma el médico debe elegir los pacientes de acuerdo a su utilidad y tratarlos en base al criterio costo-beneficio; las enfermedades incurables o crónicas muy costosas pueden no ser atendidas, caso del VIH/SIDA en los países de bajos ingresos.
Los derechos humanos ya no son los derechos de todas las personas, la salud pública ya no previene ni trata todas las enfermedades y se reemplaza el principio de justicia por una equidad que no reconoce la igualdad de todos los seres humanos. Ello ha traído como consecuencias la reinterpretación de todas las legislaciones que protegen la salud y la vida de todas las personas.
Entre las propuestas de las políticas oficiales sobre el VIH/SIDA figuran la modificación de los mecanismos legales de derechos humanos y la reforma de las leyes de salud pública, penales y correccionales. El principio de los tres unos: Un solo marco nacional, una sola autoridad y único sistema de monitoreo.
María Isabel Pérez de Pio
Abogada
Delegada para América Latina de “SIDA Information Suisse” - Organización constituida por una Federación de Médicos suizos, que favorece la información científica sobre el VIH/SIDA.
Miembro del Instituto de Bioética dependiente de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
Abogada
Delegada para América Latina de “SIDA Information Suisse” - Organización constituida por una Federación de Médicos suizos, que favorece la información científica sobre el VIH/SIDA.
Miembro del Instituto de Bioética dependiente de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
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