La seguridad alimentaria integra tres conceptos interrelacionados -disponibilidad, acceso físico y económico, y utilización de los alimentos- e implica la estabilidad de los mismos. Disponibilidad, refiere a la presencia física de alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de los habitantes, depende tanto del funcionamiento eficaz del mercado como del suministro nacional de alimentos, determinado por la producción, las importaciones y las exportaciones.
El acceso a los alimentos es otro elemento indispensable, ya que aun cuando estos estuvieran disponibles, ciertos sectores de la población podrían no tener acceso a ellos. La carencia de acceso puede ser económica, originada por la pobreza, altos precios de los alimentos o falta de créditos; y física, determinada por la infraestructura de mercado.
El acceso a los alimentos es otro elemento indispensable, ya que aun cuando estos estuvieran disponibles, ciertos sectores de la población podrían no tener acceso a ellos. La carencia de acceso puede ser económica, originada por la pobreza, altos precios de los alimentos o falta de créditos; y física, determinada por la infraestructura de mercado.
En Argentina, las variables que condicionan el acceso han sufrido un deterioro considerable en los últimos años. La problemática se sitúa en la pérdida de la capacidad de compra de los sectores más vulnerables, causada por el aumento de precios, la inflación y el desempleo, entre otros. Los precios generales, fundamentalmente el de los alimentos, se incrementan continuamente en mayor proporción que los ingresos. Como resultado, el acceso a los bienes y servicios se ve afectado negativamente, impactando en las condiciones económicas y sociales de la población, principalmente aquella vulnerable a sufrir inseguridad alimentaria. Un hogar se encuentra en situación de vulnerabilidad cuando el consumo de alimentos es suficiente pero el riesgo de padecer inseguridad alimentaria es alto.
A fin de conocer las respuestas de las familias frente al deterioro de sus condiciones de vida, se estudiaron las estrategias de supervivencia o subsistencia, es decir, aquellas que buscan cubrir las necesidades básicas o mínimas de cada hogar.
A fin de conocer las respuestas de las familias frente al deterioro de sus condiciones de vida, se estudiaron las estrategias de supervivencia o subsistencia, es decir, aquellas que buscan cubrir las necesidades básicas o mínimas de cada hogar.
Mediante una invetigación se estudiaron las estrategias de supervivencia desarrolladas por una población vulnerable frente a la pérdida de la capacidad de compra, principalmente de los alimentos, y las consecuentes modificaciones en la alimentación de la misma, respecto de la cantidad disponible de alimentos, formas de abastecimiento, preparación y consumo.
El objetivo fue determinar las estrategias de supervivencia de los hogares vulnerables cuyos niños menores de 2 años asisten a los controles efectuados en el centro de salud Nº 2 de la ciudad de Mar del Plata y cómo afectan a la alimentación.
La información se obtuvo a través de una encuesta cualitativa efectuada a un referente de hogar. La muestra seleccionada fue de 120 hogares cuyos niños asisten a los controles pediátricos efectuados en el centro de Salud Nº 2 de la ciudad de Mar del Plata, en el marco del programa Materno Infantil.
Frente a la pérdida de la capacidad de compra, cada hogar desempeñó diversas estrategias de acuerdo a sus posibilidades, determinadas por el nivel de vulnerabilidad en el que se encuentra. Las respuestas más observadas fueron: sobreempleo del jefe de hogar en el 66.7% de los casos, acceso al plan de asistencia alimentaria “Más Vida”- 33 %- , compartir alimentos -36,9% - , búsqueda de ayuda económica o alimentaria por parte de familiares -26,9% - , y realización de compras en conjunto -15,39%- , mientras que se observó un único caso de huerta, y no se registró la utilización de trueque, caza o pesca como mecanismos de supervivencia.
En los hogares cuyos miembros no realizaban la misma cantidad de comidas, el número de comidas promedio que recibían diariamente los niños fue de 4,12 frente a la media para los hogares de 3,41 y de 2,08 para el jefe de hogar. En relación a la modificación en el consumo de alimentos se observó que frente al aumento de precios; el consumo de yogur, quesos, frutas y verduras, pescado, gaseosas, productos de pastelería, dulces, snacks, bebidas alcohólicas y café se redujo e incluso fue interrumpido por los hogares, mientras que alimentos como leche, huevo, cereales, legumbres, azúcar aceite y aderezos, jugo e infusiones (excepto café) se mantuvieron constantes e incluso aumentaron su participación en la alimentación.
El objetivo fue determinar las estrategias de supervivencia de los hogares vulnerables cuyos niños menores de 2 años asisten a los controles efectuados en el centro de salud Nº 2 de la ciudad de Mar del Plata y cómo afectan a la alimentación.
La información se obtuvo a través de una encuesta cualitativa efectuada a un referente de hogar. La muestra seleccionada fue de 120 hogares cuyos niños asisten a los controles pediátricos efectuados en el centro de Salud Nº 2 de la ciudad de Mar del Plata, en el marco del programa Materno Infantil.
Frente a la pérdida de la capacidad de compra, cada hogar desempeñó diversas estrategias de acuerdo a sus posibilidades, determinadas por el nivel de vulnerabilidad en el que se encuentra. Las respuestas más observadas fueron: sobreempleo del jefe de hogar en el 66.7% de los casos, acceso al plan de asistencia alimentaria “Más Vida”- 33 %- , compartir alimentos -36,9% - , búsqueda de ayuda económica o alimentaria por parte de familiares -26,9% - , y realización de compras en conjunto -15,39%- , mientras que se observó un único caso de huerta, y no se registró la utilización de trueque, caza o pesca como mecanismos de supervivencia.
En los hogares cuyos miembros no realizaban la misma cantidad de comidas, el número de comidas promedio que recibían diariamente los niños fue de 4,12 frente a la media para los hogares de 3,41 y de 2,08 para el jefe de hogar. En relación a la modificación en el consumo de alimentos se observó que frente al aumento de precios; el consumo de yogur, quesos, frutas y verduras, pescado, gaseosas, productos de pastelería, dulces, snacks, bebidas alcohólicas y café se redujo e incluso fue interrumpido por los hogares, mientras que alimentos como leche, huevo, cereales, legumbres, azúcar aceite y aderezos, jugo e infusiones (excepto café) se mantuvieron constantes e incluso aumentaron su participación en la alimentación.
Asímismo, se observaron modificaciones en el consumo de los cortes de carne vacuna: los más afectados fueron la cuadrada, el asado y el vacío, representando el 23.8%, 21.4 % y 21.4% del total de cortes que se dejaron de consumir. Como estrategia de asignación de recursos, el 85% la población asignaba la mitad de sus ingresos o más a la alimentación, y sólo el 14,17% aseguró destinar menos del 50%.
En términos generales, el aumento de precios influyó sobre la capacidad de los hogares vulnerables para acceder a los alimentos, y a pesar de las estrategias que éstos desempeñaron, se acentuó la falta de diversidad y calidad de la alimentación. Se observaron numerosas prácticas positivas como la jerarquización de los niños en la distribución intrafamiliar de los alimentos, priorización de la compra de alimentos frente a otros gastos y una mejor selección de cortes de carne.
Actividades relacionadas con la autoproducción y abastecimiento prácticamente no se presentaron como fuentes de ingreso alimentario, mientras que el acceso a planes de asistencia alimentaria, las redes sociales y los sistemas de solidaridad desempeñaron un rol esencial para satisfacer las necesidades alimentarias de la población.
En términos generales, el aumento de precios influyó sobre la capacidad de los hogares vulnerables para acceder a los alimentos, y a pesar de las estrategias que éstos desempeñaron, se acentuó la falta de diversidad y calidad de la alimentación. Se observaron numerosas prácticas positivas como la jerarquización de los niños en la distribución intrafamiliar de los alimentos, priorización de la compra de alimentos frente a otros gastos y una mejor selección de cortes de carne.
Actividades relacionadas con la autoproducción y abastecimiento prácticamente no se presentaron como fuentes de ingreso alimentario, mientras que el acceso a planes de asistencia alimentaria, las redes sociales y los sistemas de solidaridad desempeñaron un rol esencial para satisfacer las necesidades alimentarias de la población.
En la segunda parte veremos las conclusiones de la investigación.
María Belén Ferrari
Licenciada en Nutrición
Facultad de Ciencias de la Salud
Universidad FASTA
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